REBECA
VOGT VILLAIZÁN, TESORO HUMANO VIVO
Nos encontramos en el
fundo Palmira con N
ala Rebeca Vogt Villaizán, de 71 años de edad, hija de Antonio
Vogt Schuller descendiente austriaco y Rebeca Villaizán Huver, mestiza natural de
Pozuzo. Encontramos en ella un valioso legado cultural, es por ello que
visitamos su casa donde vive hace 26 años con el Sr. Agustín Egg Schuler con
quien comparte una vida marital desde hace 53 años.
Buenas tardes Nala Rebeca, venimos a que pueda
compartir con nosotros la experiencia que tuviste con las personas que te
inculcaron para preservar las costumbres ancestrales.
Buenas tardes, agradezco
la visita a mi casa y poder compartir con ustedes un poco de mi vida, yo quede huérfana
a la edad de 7 años, fui criada con la segunda esposa de mi padre, ella me
educó ejemplarmente enseñándome las labores de la casa, y mi padre desde los
seis años me enseñó a sembrar y cosechar arroz y maíz, construir montura,
aserrar madera en el monte, confeccionar zapatos artesanales y otros más. La
persona con quien tuve más contacto fue con la Señorita Crecencia Gstir en la
parroquia, casualmente ella también crió a mi madre, fue muy buena conmigo,
viví dos años de mi vida, a quien guardo mucho respeto y cariño.
A la llegada de los colonos austroalemanes a tierras
peruanas tuvieron muchas dificultades para establecerse, trayendo sus costumbres, sus comidas y sus tradiciones ¿Que actividades preservas
hasta la actualidad?
Según me contaron, para
ellos les fue difícil vivir desde cero, han ido adaptándose poco a poco,
cambiando los ingredientes de sus comidas por los productos de la zona,
confeccionando sus vestimentas y zapatos, todo cuanto necesitaban, me imagino
que fue muy triste adaptarse, pero supieron sobrevivir. Lo que más aprendí de
ellos fue trabajar en la chacra, cocinar comidas típicas y bocaditos, a confeccionar
zapatos, hacer monturas y a aserrar madera, con la partidora partíamos la madera
en el monte, jalábamos madera para armar nuestra casa.
Al visitar el Museo Egg Vogt pudimos ver un zapato
artesanal, que actualmente para nosotros tiene un gran valor cultural, y usted
que ha sido una de las personas que los confeccionaba, hemos sentido cierta
curiosidad y queremos que nos cuente ¿En qué consistía su elaboración
Cuando vinieron los
australemanes un requisito principal para colonizar Pozuzo debería tener un
oficio, eran zapateros, panaderos, carpinteros, costurero… allá en su tierra
habrá sido más moderno, pero aquí el zapato era más rústico, pues se tenía que
tener cuero de res o de algún animal de monte, curtir el cuero de la res duraba
un año. A veces no teníamos res para matar ya con el pasar de los años había un
señor Shipico Meza que nos traía cueros salados desde Huancabamba que nosotros
le remojábamos en agua una semana para suavizar y sacar la sal, luego remojar
en cal ocho días para retirar el pelo de la res raspándolo, después le poníamos
a curtir, pero ya deberíamos tener la corteza ya cepillada de la huamanchilca y
dejarla remojado en agua ocho días y quitarle las virutas y remojarle el cuero
para que se tiña, este proceso demoraba un año. Luego ya de acuerdo al tamaño
que quieres confeccionabas los zapatos utilizando estaquillas de madera fuerte
como clavo y las herramientas algunas traídas por los abuelos y otras
fabricadas aquí mismo.
Tengo la dicha de tener entre mis manos un zapato que
ha paso por un proceso largo para usarla, cuéntame ¿a quién le pertenece?
Sabemos que para todo pozucino católico es un gran
deber asistir a misa y ese acto era muy solemne que todos asistían con fervor y
con el mejor vestido y zapato, si en ese tiempo era difícil contar todos con
zapatos nuevos ¿Cómo hacían para ir a la misa los domingos?
Antes ir a la misa era un
deber y teníamos que ir obligatoriamente, teníamos un zapato más fino para los
domingos que teníamos que turnarnos para cada domingo con mis hermanas hasta
nos prestábamos la ropa, pues yo viví la pobreza con mi familia que poco a poco
hemos ido superando.
Hay muchas personas en especial los jóvenes que le
restan valor a nuestro patrimonio cultural ¿Cuál sería el mensaje para seguir
cultivando nuestras costumbres y valorarlos?
Muchas gracias Nala
Rebeca, el día de hoy comprendimos el gran valor de este zapato artesanal, la
cual encierra la vida de la familia de Nala Rebeca y la de muchos pozucinos, es
un gran valor cultural que vivirá en nuestro corazón en la eternidad.
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